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No tendrán tiempo sus arqueros de extender sus arcos, ni de engalanarse con su coraza. Tampoco se salvarán sus jóvenes guerreros. ¡Todo su ejército será derrotado! En la tierra de los caldeos caerán muertos por las calles, atravesados por las lanzas. Aunque Israel y Judá han llenado su tierra de pecado contra mí, que soy su esposo y Dios; contra mí, que soy el Santo de Israel y Señor de los ejércitos, todavía no se han quedado en el abandono.»

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